Como actividad alternativa a la salida
cultural de Madrid, el día 10 de Mayo, un grupo de alumnos/as de 3ºA del
Grado de Educación Primaria de la UCAM nos trasladamos al museo
de Ramón Gaya para descubrir las obras del autor, y comprobar que en
cualquier parte podemos encontrar arte.
Nuestra primera toma de contacto con el museo
fue donde se sitúa este, pues es una de las pocas casas que quedan en Murcia
capital, con una correcta fachada, un patio interior y una preciosa escalera de
caracol.
Tras entrar al museo nos
pasaron a una sala donde nos pusieron un video sobre la vida y obra
del pintor.
Ramón Gaya nación en en
Huerto del Conde, que ahora es donde esta la plaza de toros, en el seno de una
familia caracterizada por una vocación a la lectura y la cultura en general.Por
ello, no fue un problema dejar el colegio con tan sólo diez años y dedicarse
por entero a la pintura, siguiendo el consejo de los pintores murcianos Pedro
Flores y Luis Garay. Entra en el mundo del arte con una exposición colectiva
reagional, organizada por el Círculo de Bellas Artes de Murcia, cuando contaba
con diez años de edad, aqui podemos ver lo que realizó:
Tuvo sus primeros
contactos con el arte moderno a través de algunos pintores ingleses que traían
reproducciones de lo que se hacía en París en aquel momento, como la obra de
Picasso, Braque y Matisse.
En 1926 llega a Murcia el poeta Jorge Guillén, que funda con Juan Guerrero Ruiz la revista Verso y Prosa, en la que
participarían muchos escritores de la llamada 'Generación del 27' como Lorca,
Alberti, Aleixandre, Altolaguirre o Cernuda, entre otros, además del propio
Gaya, quien colaboró con ilustraciones y escritos.
Dos años después, viaja por primera vez a París con una beca del
Ayuntamiento de Murcia, y expone en una de las galerías más importantes del
momento: Les Quatre Chemins, junto a Pedro Flores, Luis Garay y Darsic Japp.
Toda su ilusión por conocer de cerca la obra de los vanguardistas del momento
se convirtió en una tremenda decepción al tenerla delante. Su mirada se volvió
entonces al Museo de El Prado, donde se encontraban Tiziano, Rembrandt,
Velázquez o Rubens, los que son sus referencias pictóricas y maestros desde
entonces.
Cuando murió su madre, en
1933, Gaya regresó a Madrid y colaboró en el proyecto de instrucción popular
conocido como Museo del Pueblo o Museo Circulante, dentro de las Misiones
Pedagógicas. Fue una de las iniciativas socio-culturales de mayor trascendencia
del nuevo gobierno, con las que recorrió España junto a Rafael Dieste, Luis
Cernuda y Antonio Sánchez Barbudo, para llevar el arte hasta los pueblos más
lejanos de la geografía nacional. Su contribución consistió en hacer las copias
de La Infanta Margarita (Velázquez), Jacob (Rivera)
y Los fusilamientos del
dos de mayo (Goya).
La Guerra Civil fue uno de los acontecimientos más dramáticos a
los que tuvo que enfrentarse. Desde el primer momento, se puso al servicio de
la República, y participó en la mítica revista valenciana Hora de España como
único viñetista, en la que escribieron Antonio Machado, María Zambrano,
Bergamín o Luis Cernuda.
En plena contienda obtiene el primer premio de pintura en los
Concursos Nacionales con la obra Espanto.
Bombardeo en Almería, que expondría más tarde en la capital
francesa junto a Palabras
a los muertos en el pabellón español de la Exposición
Internacional de París
A continuacion hemos
contado con una guía que muy amablemente nos ha explicado la vida de Gaya a
través de sus cuadros y la evolución de éstos dependiendo de como era su vida
en cada momento.
Pero el desenlace de la guerra supuso un duro golpe, ya que además
de la derrota del bando republicano, sufrió la muerte de su mujer en un
bombardeo, cuando se encontraban en Figueras a punto de coger un tren para
salir del país. Tras pasar por un campo de concentración francés, consiguió
llegar a México, donde permaneció 17 años exiliado.
En tierras mexicanas aumenta su producción artística de forma
importante al mismo tiempo que sus aportaciones literarias y poéticas. Lejos de
Europa y del mundo de los museos, realiza la mayor parte de sus homenajes a
maestros como Tiziano, Picasso, Velázquez, Van Gogh, Cézanne o Rembrandt.
En 1956 se afincó en Roma, donde compartió inquietudes con sus
colegas María Zambrano, el escultor Giacomo Manzú o la escritora Elena Crocce.
A partir de 1960 Ramón
Gaya comienza a prolongar cada vez más sus estancias temporales en España,
hasta que en 1974 se instala definitivamente en Valencia y conoce a la que será
su segunda mujer, Isabel Verdejo.
Los años siguientes fueron intensos de trabajo, pues además de
seguir pintando, publica dos de sus libros más importantes: El sentimiento de la pintura (1960)
y Velázquez, pájaro
solitario (1969). A partir de entonces se suceden las galerías
a nivel nacional que ofrecen exposiciones antológicas del pintor murciano,
destacando la del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, con motivo de la
concesión del Premio
Velázquez 2002.
Otros galardones concedidos a Gaya son, por ejemplo, el Premio
Nacional de Artes Plásticas, concedido en 1997, la Medalla de Oro del Círculo
de Bellas Artes madrileño, y el nombramiento en 1999 de Ramón Gaya como Doctor
Honoris Causa de la Universidad de Murcia. Además, en 1980 se inaugura
el Museo Ramón Gaya en Murcia, y es nombrado
Hijo Predilecto de la ciudad.
El 15 de octubre de 2005, a los 95 años,
fallece Ramón Gaya, en su domicilio de Valencia.
Fotos de la visita guiada al museo Ramón Gaya
En la huerta de Murcia le encantaba pintar, se
inspiraba mucho:
Su casa a nivel general era su estudio, todos
los sitios eran buenos para ello:
- "Las Cortesanas", comentario realizado por Esther María Escolano Galache:
Éste es uno de los cuadros que más me ha gustado, puesto que en él podemos observar como el pintor muestra la luz que entra en la alberca y es de un momento en el que el artista estaba fascinado con "Las Cortesanas" de Carpaccio.
Todos los cuadros
anteriores de Gaya son muy oscuros y es en esta época donde empieza a mostrar
luz y en este cuadro, es dónde más lo podemos ver.
Es un cuadro muy realista
y es donde podemos observar la obra tal y como la concibe el artista.
No como en la mayorÍa de
su obra en la que debido a la difÍcil vida de éste, hace homenajes a otros
artístas de los que no puede disponer de su obra como a él le gustar.
“Un fragmento de Velázquez en Viena (1990)”, comentario realizado por Víctor José Linares Ayala.
Adentrarse en el mundo poético y mágico de la pintura de Ramón Gaya es aceptar una invitación a viajar hasta ese no lugar donde habitan la sensibilidad y la creación, en ese no tiempo donde, más allá de la muerte, él sigue viviendo.
A través de su obra, Gaya nos guía por todos los secretos de su universo creativo, un universo tranquilo, silencios y sosegado en el que palabras como belleza, coherencia, ser o existir alcanza todo su significado.
Dentro de toda su extensa obra, me decanté por el curioso homenaje que realiza a una obra de Velázquez (Retrato a Margarita Teresa de Austria) mediante “Un fragmento de Velázquez en Viena (1990)”.
Además de encontrar un cuadro sencillo donde el autor expone elementos y objetos de la vida cotidiana (libros, platos, jarras de cristal), introduce sutilmente un pequeño fragmento de una obra original de Velázquez, adjuntándole al libro un pequeño dibujo, donde se pueden ver un jarrón de flores y una mano apoyada en ella.
El autor coloca en torno a unos objetos y crea una atmósfera en torno a esa reproducción.
La jarra de cristal, asumiendo lo anterior, simboliza la transparencia que según Gaya recorre la historia de la pintura. Además convoca simbólicamente tres elementos que en manos de Gaya son de hecho indiscernibles: la historia de la pintura, el ser vivo, presente de la pintura y la vida en su manifestación más cotidiana (la del propio Gaya en su estudio o un fragmento de ella). Referirse a uno de los elementos significa referirse a las dos restantes. La jarra es por tanto un símbolo de esa comunidad.
Su posición dentro de cada homenaje nos lo confirma, ya que lo encontramos siempre delante de las reproducciones y en medio, como uno más, del resto de objetos, a modo de enlace entre unas y otras. Y nos lo confirma, por supuesto, la materialidad de la jarra en su calidad transparente.
Transparentar es reunir, convocar lo que la transparencia deja ver a uno y otro lado. La copa de cristal abre a su través un lugar de encuentro en el que confluyen tres realidades no siempre conciliables en arte.
A través de su obra, Gaya intenta hacer una lectura interior y del propio mundo que le rodea, mediante elementos cotidianos que reproduce hasta la extenuación y que creo que nunca llegó a conocer del todo.
Objetos, recuerdos y arte sobre una mesa, hacen de este autor una obra cargada de sentimientos expresados mediante homenajes, recuerdos y estados de ánimo.
- Homenaje a la pintura moderna 1988, óleo lienzo 114X155 cm,comentario realizado por María José Alburquerque García:
Este óleo fue realizado ya
en su última etapa, haciendo una mezcla de diferentes temas en relación a un
homenaje hacia todos los artistas que el admira, escritores, pintores, a todo
tipo de amigos, en concreto podría mencionar a Vicent Van Gogh, pues
se sintió muy influido por el, que en el óleo podemos ver su retrato,
luego mas a la derecha tenemos como una estampa que parece japonesa y unas
tazas, pues también se sintió muy influido por ella, a la
vez que hace homenaje a estas dos cosas, también descubrimos en él, una pintura
de un bodegón típico murciano, la mesa
también típica murciana, y el cristal con los claveles, es ya un
fusión de diferentes elementos con diferentes temas de homenaje, destacando el
color de la obra, desde mi punto de vista mi transmitió bastante porque en ella
se reflejan muchos puntos diferentes, y a la vez tenía un color atrayente, con
encanto, se nota que le gustaba recordar todas sus etapas vividas.
De
Ramón Gaya tras la visita destacaría, que el cristal en todo momento estuvo
presente en muchas de sus obras, era como un reflejo de la vida. Sus
tonalidades al principio fueron bastantes oscuras, obras que no me decían mucho
la verdad, pero fue sobre todo porque era la época de la guerra civil, y así lo
reflejaba, pero tras pasar la guerra civil y 17 años después que se encontró
con su hija, viajó con ella por todo el mundo, y en Venecia encontró la
luz. Evoluciona, tiene profundidad en sus obras, claridad...en Murcia
característicamente lo llamaban "el pintor de las copicas".
Le
gusta hacer replicas de obras, y él las pinta realmente como una copia exacta,
aunque sus obras giraron realmente a un contexto hogareño, por ejemplo agua en
moviendo en las acequias, objetos que te puedes encontrar en casa, etc.
Otra obra que me transmitió fue "Rosas y abanico rojo"
de 1990, la verdad es que fue verla y sentir que me gustaba mucho, supongo que
los colores, y los elementos que contienen también son participes de
mi vida personal, realmente pintaba cosas cercanas
En resumen, ha sido una
visita muy gratificante, y el descubrir que hay artistas tan cercanos y que
pueden transmitir cosas tan bonitas.
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