En este tema se intenta
dar respuesta a cuestiones complejas como son: ¿Qué
es la belleza? ¿Cómo nació ese concepto? ¿Cómo ha evolucionado a lo largo de
los siglos? ¿Quiénes fueron los inventores? Empieza el texto explicando que el
arte contemporáneo ha descubierto el valor y la fecundidad de la materia. Que
aunque la materia era de por sí informe, la belleza surgía cuando en ella se
había imprimido una idea, una forma. Incluso la estética de Benedetto Croce
enseñaba que la verdadera invención artística se desarrolla en el instante de
la intuición-expresión. Así pues, para la mayor parte del arte contemporáneo la
materia se convierte ya no y solamente en el cuerpo de la obra, sino también en
su fin, en el objeto del discurso estético. Como esas figuras que el agua del
mar dibuja sobre la arena o las gotas de lluvia graban sobre el barro. No sólo
se utilizan también figuras como: asfaltos, pedriscos, mohos, tierras, texturas,
aluviones, escorias, herrumbres, despuntes, virutas, alquitranes y telas de
saco abandonadas en un desván, sino que se usan estos materiales para fabricar
una obra y, al hacerlo, se selecciona y proporciona forma a lo informe, y se le
pone el sello de su estilo.
En este mismo sentido hay que interpretar la
poética del objet trouvé (o ready made), como ya habían propuesto a comienzos
de siglo artistas como Duchamp. El objeto tiene una existencia independiente,
pero el artista actúa como el que, paseando por una playa, descubre una
concha o una piedra pulida por el mar,
se las lleva a casa y las coloca sobre una mesa, como si fueran objetos de arte
que revelan su inesperada belleza. De esta manera, se han “elegido” como esculturas:
un aparato para escurrir las botellas, una rueda de bicicleta, un cristal de
bismuto, un sólido geométrico antes usado con fines didácticos, un vaso deformado
por la acción del calor, un maniquí e incluso un mingitorio.
Otras veces el artista
no halla, sino que reproduce personalmente el trozo de calle o los graffiti de
la pared. En este caso la operación artística es más evidente: el artista
rehace conscientemente y con técnica refinada lo que ha de parecer casual, es
decir, la materia en estado bruto. Pero en otras ocasiones, la materia no es ni
siquiera natural, sino que es ya un residuo industrial o un objeto comercial
que ha acabado su ciclo y ha sido recuperado del cubo de la basura.
Más adelante, en el
siglo XX, podemos decir que la belleza es de tipo provocativa y que, pasamos del
futurismo al cubismo, del expresionismo al surrealismo, de Picasso a los
grandes maestros del arte informal. El arte de las vanguardias no plantea el
problema de la belleza. El arte ya no se propone proporcionar una imagen de la
belleza natural, ni pretende procurar el placer sosegado de la contemplación de
formas armónicas. Pretende enseñar a interpretar el mundo con una mirada
distinta, a disfrutar del retorno a modelos arcaicos o exóticos.
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