lunes, 23 de abril de 2012

T.2. De las formas abstractas a la profundidad de la materia

En este tema se intenta dar respuesta a cuestiones complejas como son: ¿Qué es la belleza? ¿Cómo nació ese concepto? ¿Cómo ha evolucionado a lo largo de los siglos? ¿Quiénes fueron los inventores? Empieza el texto explicando que el arte contemporáneo ha descubierto el valor y la fecundidad de la materia. Que aunque la materia era de por sí informe, la belleza surgía cuando en ella se había imprimido una idea, una forma. Incluso la estética de Benedetto Croce enseñaba que la verdadera invención artística se desarrolla en el instante de la intuición-expresión. Así pues, para la mayor parte del arte contemporáneo la materia se convierte ya no y solamente en el cuerpo de la obra, sino también en su fin, en el objeto del discurso estético. Como esas figuras que el agua del mar dibuja sobre la arena o las gotas de lluvia graban sobre el barro. No sólo se utilizan también figuras como: asfaltos, pedriscos, mohos, tierras, texturas, aluviones, escorias, herrumbres, despuntes, virutas, alquitranes y telas de saco abandonadas en un desván, sino que se usan estos materiales para fabricar una obra y, al hacerlo, se selecciona y proporciona forma a lo informe, y se le pone el sello de su estilo.

En este mismo sentido hay que interpretar la poética del objet trouvé (o ready made), como ya habían propuesto a comienzos de siglo artistas como Duchamp. El objeto tiene una existencia independiente, pero el artista actúa como el que, paseando por una playa, descubre una concha  o una piedra pulida por el mar, se las lleva a casa y las coloca sobre una mesa, como si fueran objetos de arte que revelan su inesperada belleza. De esta manera, se han “elegido” como esculturas: un aparato para escurrir las botellas, una rueda de bicicleta, un cristal de bismuto, un sólido geométrico antes usado con fines didácticos, un vaso deformado por la acción del calor, un maniquí e incluso un mingitorio.

Otras veces el artista no halla, sino que reproduce personalmente el trozo de calle o los graffiti de la pared. En este caso la operación artística es más evidente: el artista rehace conscientemente y con técnica refinada lo que ha de parecer casual, es decir, la materia en estado bruto. Pero en otras ocasiones, la materia no es ni siquiera natural, sino que es ya un residuo industrial o un objeto comercial que ha acabado su ciclo y ha sido recuperado del cubo de la basura.

Más adelante, en el siglo XX, podemos decir que la belleza es de tipo provocativa y que, pasamos del futurismo al cubismo, del expresionismo al surrealismo, de Picasso a los grandes maestros del arte informal. El arte de las vanguardias no plantea el problema de la belleza. El arte ya no se propone proporcionar una imagen de la belleza natural, ni pretende procurar el placer sosegado de la contemplación de formas armónicas. Pretende enseñar a interpretar el mundo con una mirada distinta, a disfrutar del retorno a modelos arcaicos o exóticos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario