lunes, 30 de abril de 2012

T.6. Procesos experimentales: la expresión bi- y tridimensional. Técnicas plásticas: (Dibujo, pintura, collage, modelado y construcción).


A través del libro “El arte como experiencia” de John Dewey,  filósofo, psicólogo y pedagogo estadounidense, vemos como el autor indaga sobre las implicaciones antropológicas, sociales y políticas de las prácticas artísticas en tanto tales, aún de las más "autónomas". No realiza una interpretación de la obra desde categorías y cánones externos a ella sino que la comprende desde su esencialidad estética, desde su origen y finalidad a partir de las fuerzas mismas que se disputan en su construcción.

Para Dewey los agentes principales del arte son los "modos de relación”. Modos de relación que desde su específica codificación estética promueven la organización de la “experiencia”, desde lo más extraordinario a lo más cotidiano, transformando el mundo.
Esto es, que todo arte surge como producto de la interacción entre el organismo vivo y su medio, entre la obra y su contexto, en forma de una constante reorganización de energías, acciones y materiales, que aseguran desde el inicio una potente base sobre la que asentar los postulados de universalidad de la experiencia estética.

De modo, que su teoría asegura la rentabilidad antropológica y social del arte, y por el otro, define y constituye la especificidad de la experiencia estética.
Los modos de relación son los que establecen la expresión de la experiencia humana en el arte, y viceversa, el arte aporta la sensibilidad de las relaciones, de los modos de relación que aún no han sido momificados por ninguna institución.
La centralidad de la noción de los modos de relación supone replantear la consistencia y la productividad de los principios de recepción estética que, lejos de ser mera constatación sociológica o formal, devienen en elementos de articulación de la experiencia y la identidad.
A partir de esta concepción “orgánica” del arte, en cuanto a que se desarrolla a partir de vínculos profundos con su entorno, se abre una vía para superar la distinción entre alta y baja cultura ya que lo que Dewey plantea no es un análisis sociológico, sin una constatación estética y antropológica.
El arte no es concebido como un reino separado como generalmente ocurre, que aparece por completo desvinculado de los materiales y aspiraciones de todas  las otras formas del esfuerzo humano, de sus padecimientos y logros. Las condiciones que crean el abismo entre el productor y el consumidor en la modernidad son las que operan también para crear una separación entre la experiencia ordinaria y la experiencia estética, enfatizando el carácter meramente contemplativo de lo estético.
El problema que se plantea es recobrar la continuidad de la experiencia estética con los procesos normales de la vida. La obra de arte ni es el producto directo de las condiciones económicas, materiales, políticas, ni es un ámbito “sagrado”, totalmente autónomo, desligado del acontecer histórico, social, terrenal.
Las obras no pueden ser entendidas sin tener en cuenta estas interacciones. ¿Cómo es que la forma cotidiana de las cosas se transforma en una forma genuinamente artística?, o ¿cómo es que nuestro goce cotidiano de escenas y situaciones se transforma en la satisfacción peculiar de la experiencia estética?

Dewey lo explica desde las necesidades y satisfacciones más primarias del ser humano. Cada necesidad, dice, hambre de aire fresco, de alimento, es una carencia que denota al menos una ausencia temporal del ajuste adecuado con su entorno. No obstante, también una demanda, una salida del ambiente para suplir la carencia y restaurar el ajuste en la construcción de un equilibrio al menos temporal.
En definitiva, para Dewey, el material de la experiencia estética en el ser humano, el cual es comprendido en conexión con la naturaleza de la que es parte, es social. La experiencia estética es una manifestación, un registro y una celebración de la vida, del contexto social de la que éste es parte. Es un medio para promover su desarrollo y también el juicio último sobre la cualidad de una sociedad. Porque mientras los individuos la producen y la gozan, esos individuos son lo que son en el contenido de su experiencia, a causa de las culturas en que participan.


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